domingo, 18 de octubre de 2009

HISTORIAS DE MIS ABUELOS

Mi abuela me contó que de pequeña le encantaban los libros, pero en esa época estaba mal visto leer y tenía que esconderlos de sus padres debajo de la cama , pero al final siempre se los quitaban , porque cada minuto que tenia lo aprovechaba para leer . Cuando conseguía terminar un libro, lo llevaba a la librería y junto con un chico, que era la moneda que usaban, lo cambiaba por otro libro.
A los diez o doce años empezó a jugar con sus amigas a representar obras de teatro. Mi abuela, de quien heredé mis genes mandones y mi carácter, era la directora y se encargaba de escribir los guiones basándose en las novelas que leía. Jugaban en el almacén de una de sus amigas y cogían sin permiso la ropa de sus padres, incluso los vestidos de novia. Cobraban una mota por la entrada a sus espectáculos, y con ese dinero conseguían más libros para escribir nuevos guiones.
Un día sus padres los descubrieron y les riñeron por miedo a lo que pudieran representar. Mi abuelo les propuso que vieran algunas de sus obras antes de prohibirles hacerlas. Algunos padres aceptaron y tras ver el espectáculo, dejaron que sus hijos siguieran actuando, e incluso les ayudaron a hacer trajes con papel y trapos y a perfeccionar los escenarios.
Después de que mi abuela me contara esto, me dijo que ella siempre había querido ser directora o actriz de un teatro, pero que por aquel entonces era prácticamente imposible.
En cambio, a mi abuelo, le encantaba jugar al futbol pero no tenía ni pelota ni campo, y jugaba con sus amigos en la calle del hospital usando como porterías dos bancos y como pelota un montón de trapos unidos con una media. Como estaba prohibido jugar en la calle los guardias municipales los arrinconaban y tenían que escapar corriendo .Según mi abuelo esto era lo más divertido.
Para ellos la escuela era como un castigo porque sus profesores les propinaban numerosas palizas por cualquier equivocación que tuvieran. En la clase de mi abuela, había un niño pobre que trabajaba en el campo para ayudar a sus padres. Ese niño tenía una infección en la encía que le provocaba mucho dolor, y un día no pudo terminar los deberes y la profesora lo abofeteo hasta que se cayó al suelo del dolor, mi abuela, que no se callaba nada, se levanto y le dijo a la profesora que no podía hacer eso, que no era su hijo, y la profesora le dio una paliza que no olvido en su vida.
Con todo lo que me contaron mis abuelos me doy cuenta de lo bien que vivo y de cómo han cambiado las cosas, para bien y para mal.

1 comentario:

  1. Muy bien, señorita Glamour. Me ha gustado mucho. ¡Ojalá que además de los genes mandones hayas heredado el gusto por la lectura y esa valentía! Serían un estupendo regalo (o dos) de tu abuela.
    Un saludo.

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